En Bruselas, las caras de pesimismo abundan estos días. Después del tienes Consejo Europeo de final de junio, Austria, en manso de la extrema derecha, ha cogido la presidencia de turno de la Unión Europea mientras el gobierno alemán cedía, finalmente, y anunciaba la apertura de campos para controlar los refugiados antes de entrar al país.
Merkel, pues, ha cedido a las presiones de su socio bávaro, la CSU, y ha roto su política de apoyo a las personas que buscan refugio o nuevas oportunidades. La dureza del nuevo gobierno italiano, en manso de la extrema derecha de la Liga y los populistas de 5 Estrellas, ha causado un gran impacto y parece que ha decantado definitivamente la balanza hacia los partidarios de hacer difícil el acceso de los inmigrantes y los refugiados en Europa. Con esto, la Unión ve como el círculo de todas las crisis se va cerrando cada vez más y el proyecto pierde sentido cada día. Por eso hay quién habla de la posibilidad de una implosión de la Unión Europea, una posibilidad que hace muy poco tiempo parecía tan improbable que nadie contaba. Ahora hay tantos frentes abiertos que muchos observadores ven como posible el fin del proyecto europeo tal como había sido concebido.